Testigos de Jehová vs Don Goyo (y lo que esto tiene que ver con vender más por email)

Una mañana de domingo.

De esas que vienen justo después de un sábado de borrachera, con el cuerpo molido y la cabeza reventando de dolor.

Don Goyo, vecino de la colonia, se despertó por el sonido insistente en su puerta.

¡Taan, taan, taan!

Se levantó encabronado, con la boca pastosa y el humor más agrio que el tequila barato de la noche anterior.

— ¿Quién chingados toca a esta hora? — masculló.

Fue hasta la puerta y al abrir, se topó con una escena digna de comercial de margarina.

Una mujer, un hombre y dos niños, todos bien vestidos, sonrientes, irradiando esa paz que solo traen los domingos y las creencias muy firmes.

— Buenos días, venimos a hablarle de Dios — dijo la mujer con dulzura. — ¿Usted cree que Jesús en verdad murió y resucitó?

Don Goyo los miró con el ceño fruncido.

Se rascó la panza.

Y respondió con una voz ronca, directa, sin filtros:

— No. Ni me importa. En esta casa somos católicos. Ahí está el letrero, ¿no lo ven?

Encima de la puerta, colgado en grande y con letras rojas escandalosas, había un letrero que decía:

“En esta casa somos católicos. No insistir.” 

La familia se despidió con cortesía.

Don Goyo cerró de un portazo.

Y volvió a su cama con la satisfacción de haber alejado a quienes, en su opinión, venían a perturbarle el descanso.

Hasta aquí, una historia común.

Pero ahora viene lo interesante.

Así como Don Goyo usó un letrero para filtrar a los Testigos de Jehová, tú puedes usar tu relato de marca para hacer lo mismo con tu audiencia.

Sí, así como lo lees.

Tu relato de marca es ese texto invisible pero poderoso que hace que algunos se alejen y otros digan: “Este cabrón es de los míos”.

Es lo que escribes en tu “Sobre mí”, en tus correos, en tu sitio web, en tus ofertas.

Es esa historia que le dice al lector por qué haces lo que haces, cómo piensas, a qué juegas… y con quién no estás dispuesto a perder el tiempo.

Cuando tu marca tiene una historia clara y sin disfraz, no necesitas convencer a nadie.

Ni rogar.

Ni competir a gritos.

Porque quienes conectan contigo, lo hacen porque se ven reflejados en lo que cuentas.

Y los que no… simplemente se van.

Igual que los hermanos que tocaron la puerta de Don Goyo.

Así que hoy te dejo esta pregunta que vale más que mil cursos de storytelling:

¿Cuál es tu letrero? 

¿Qué historia estás contando en tus correos, en tu página, en tu contenido?

¿Estás diciendo lo que todos dicen —“estoy aquí para servir”— o estás mostrando tu verdadera razón para hacer lo que haces?

Yo, por ejemplo, tengo clarísimo lo que quiero.

Escribir emails.

Ganar dinero.

Y pasar más tiempo con mi hijo.

Y si con eso ayudo a otros en el camino, mejor.

Esa historia la cuento sin disfraz.

Y por eso, atraigo a personas que valoran lo mismo.

Ahora, si tú también quieres aprender a vender por email sin sonar a robot, sin escribir como redactor de infomercial noventero, y sin mendigar atención…

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Es para personas que no se conforman con seguir plantillas.

Que quieren construir un negocio con base en texto.

Y que saben que el email no está muerto, está dormido… esperando que alguien con huevos lo despierte.

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Y prepárate para escribir como se debe, vender como se debe, y dejarle los letreritos a Don Goyo.

Don Gabo