Qué te puede enseñar una relación tóxica sobre vender más por correo
A veces las mejores lecciones de ventas no vienen de los libros, ni de los cursos, ni de los gurús que se graban hablando frente a una biblioteca que no leen. A veces las mejores lecciones vienen de la vida. De esas historias que no te gusta contar, pero que siempre terminan dejando una marca. Hoy quiero hablarte de una en particular: lo que puedes aprender de una relación tóxica si lo que quieres es vender más por email.
Y no. No estoy exagerando.
Todos, en algún momento de la vida, hemos tenido una pareja tóxica. Algunos más de una. Otros, incluso, todavía están atrapados en ese infierno emocional y no se han dado cuenta. Tal vez tú no, claro. Tal vez tú seas el que tiene todo resuelto. Pero si eres honesto, es probable que en tu pasado o presente haya existido una historia de esas que no se cuentan con orgullo, pero que dejan aprendizajes profundos si sabes mirarlos bien.
Te cuento.
Tengo una prima que lleva años en una relación que es como un carrusel oxidado de emociones. Terminan. Regresan. Se gritan. Se bloquean. Se abrazan. Se odian. Se mandan indirectas. Y luego vuelven como si nada. Todo el vecindario lo sabe. Todo el grupo de WhatsApp familiar lo sabe. Y por supuesto, ella también lo sabe. Pero ahí sigue. Atrapada en una dinámica que se repite como un mal guion de telenovela, donde siempre hay drama pero nunca hay evolución.
Lo interesante aquí no es tanto la historia, sino lo que he observado durante estos años.
Las personas tóxicas —y esto es casi una ley universal— nunca creen que están haciendo algo mal. Jamás. Nunca son ellas las que gritan. Nunca son ellas las que manipulan. Nunca son ellas las que celan, controlan, chantajean o se victimizan. Todo es culpa del otro. Siempre. Y lo peor es que se la viven hablando del problema, quejándose, buscándole explicaciones y culpables, pero nunca hacen nada para resolverlo de verdad.
Y aquí es donde viene la conexión con las ventas. Porque muchas marcas, negocios y emprendedores, se comportan exactamente igual cuando quieren vender.
Se la pasan hablando de sí mismos.
De su producto.
De su historia.
De sus procesos.
De su tecnología.
De sus logros.
Y mientras tanto, el cliente allá afuera está en su mundo, con sus miedos, sus deseos, sus inseguridades, sus ganas de cambiar algo, y nadie lo está mirando a los ojos.
Cuando tú escribes un email para vender y todo gira alrededor de ti, te estás comportando como un tóxico. Estás cegado por tu versión de la historia. Estás culpando al mercado por no comprarte. Estás convencido de que los demás no entienden tu grandeza. Y te lo digo con cariño, pero también con firmeza: el cliente no tiene la culpa de tu ego.
Vender por email no se trata de ti.
Se trata del otro.
Del que abre el correo.
Del que lo lee con una ceja levantada mientras desayuna.
Del que lo ignora si no lo engancha desde la primera línea.
Del que tiene una vida real y problemas reales y quiere soluciones reales.
Cuando entiendes eso, cambias el enfoque.
Dejas de escribir desde la necesidad.
Y empiezas a escribir desde la empatía.
Pero no esa empatía manipuladora que muchos predican como “gatillo mental”. No. Hablo de una empatía estratégica. Una que realmente te permite entrar en la cabeza del lector, entender lo que le duele, lo que le importa, lo que le emociona, y desde ahí presentarle tu oferta como una consecuencia natural. Como una respuesta coherente. Como algo inevitable.
Eso es lo que yo hago como copywriter.
No escribo textos para presumir mis ideas.
Escribo correos que nacen desde la mente del cliente.
No desde el pedestal de la marca.
Y eso marca toda la diferencia.
Porque cuando alguien abre un correo tuyo y siente que lo estás entendiendo, que lo estás acompañando, que lo estás guiando en lugar de regañarlo o empujarlo, ese alguien confía. Y cuando hay confianza, hay ventas. Así de simple.
Ahora, regresando al ejemplo inicial, quiero dejar algo claro.
Esto no es un artículo de terapia emocional.
No voy a decirte cómo salir de una relación tóxica.
Eso se lo dejamos a los expertos.
Lo que sí puedo decirte es que si estás escribiendo correos desde el lugar equivocado, es momento de hacer algo al respecto.
Mira al de enfrente.
Mira al lector.
Mira al cliente.
Deja de hablar tanto de ti.
Y empieza a resolver.
Empieza a conectar.
Empieza a escribir como alguien que entiende el poder de las palabras, no como alguien que solo quiere hacer ruido para que lo volteen a ver.
Si eso te hace sentido y quieres aprender cómo escribir correos que venden desde la empatía, la estrategia y el respeto al lector, entonces te invito a entrar a THE GAME.
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No importa si nunca has vendido nada por correo.
No importa si ya lo has intentado y no funcionó.
Lo único que importa es que estés dispuesto a dejar de ser tóxico y empieces a escribir desde el lugar correcto.
El lugar donde ocurre la transformación.
El lugar donde se mueve el dinero.
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