Qué Pueden Enseñarte los Call Centers Sobre Persuasión (Aunque Sean Pésimos)

gatillos mentales

Imagínate lo siguiente:

 

Estás en tu casa.

Relajado.

Tirado en el sillón viendo una película después de un día largo de trabajo.

 

Y de pronto…

 

Vibra tu celular.

 

Revisas.

Notificación del banco.

Dice: “Transacción realizada por $500 dólares”.

 

Tú piensas:

“¿¡QUÉ!?” 

 

Y en cuestión de segundos pasas de la calma total al caos absoluto.

 

Corres a tomar el teléfono, marcas al número de servicio al cliente, y luego…

 

Empieza el viacrucis.

 

Primero te comes 5 minutos de musiquita de espera y botones infinitos para seleccionar opciones que no entiendes del todo.

 

Cuando por fin alguien responde, escuchas:

 

—Servicio al cliente de su banco. Le atiende Gabriel Sarabio, ¿con quién tengo el gusto?

 

Tú, nervioso, preocupado, con el corazón a mil:

 

—Con Fulano de Tal. Señor, acabo de recibir un cargo que no hice. Necesito resolverlo ya.

 

Y lo que sigue es casi una tortura.

 

Con la voz más lenta, más aburrida y más robótica del planeta, el agente dice:

 

—Claro que sí… ¿me puede corroborar los datos por favor?

 

Pasan otros 10 minutos.

 

Tú estás que explotas, y el tipo parece que está en cámara lenta.

 

Después de verificar todo y repetirte lo que ya sabías, el agente te suelta esta joya:

 

—Ese es un problema del área de fraudes. Le voy a transferir en este momento.

 

—¡No, espere! Solo quiero que me ayude…

 

Tuuu… tuuu… tuuu…

 

Te transfirió.

 

Otra vez al infierno.

 

En ese momento solo piensas una cosa:

 

“¡Hijo de la chingada!” 

 

Y no estás solo.

 

Las reseñas de estos servicios suelen decir lo mismo:

  • “Me atendieron muy mal.”

  • “No resolvieron nada.”

  • “La persona del call center tenía pésima actitud.”

 

Y aquí es donde entra la lección de hoy.

 

Porque aunque esto parezca un simple problema operativo, es en realidad un problema de persuasión.

 

Sí.

 

Porque si tú quieres vender, convencer o fidelizar a alguien, necesitas entender algo básico:

 

La simpatía vende. 

 

El gatillo mental de la simpatía es una de las armas más poderosas en los negocios.

 

Las personas preferimos hacer negocios con quien nos cae bien.

 

A veces, un buen trato puede hacerte perdonar errores, problemas e incluso pérdidas.

 

Y lo contrario también aplica:

 

Una mala actitud puede arruinar la percepción de una marca, aunque el producto sea excelente.

 

Por eso, si tienes un negocio —por pequeño que sea— y quieres mejorar tu experiencia de cliente, tu retención o tus ventas, haz esto:

  1. Contrata a alguien simpático para atender a tus clientes.

  2. O entrena a tu equipo actual para que lo sea.

 

Y si tú eres el que atiende —porque eres un solopreneur, freelancer o fundador—

entonces más te vale desarrollar simpatía.

 

No fingida.

No forzada.

Real.

 

Muestra que te importa.

Habla como humano.

Y sobre todo: resuelve rápido, con actitud positiva.

 

Eso puede ser la diferencia entre un cliente furioso y uno que te recomienda con otros.

 

Y hablando de recomendaciones…

 

Si quieres aprender más sobre persuasión real, aplicada al mundo real, y además implementarla tú mismo sin depender de algoritmos ni redes sociales…

 

Entonces entra a THE GAME.

 

Es mi campo de entrenamiento para vender por email, donde te enseño exactamente cómo usar ideas como esta (y muchas más) para escribir correos que venden.

 

Nada de fórmulas recicladas.

 

Nada de contenido vacío.

 

Solo estrategias reales para emprendedores reales.

 

Aquí empiezas:

 

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La simpatía no se entrena en un call center.

Pero aquí sí te enseño a usarla para vender.

 

Nos vemos ahí.

 

Don Gabo.

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