La estrategia que me permitió tener clientes esperando semanas para trabajar conmigo

Si vendes servicios, es probable que ya lo hayas vivido: Días donde tu agenda está vacía y otros donde no te das abasto.

Hay temporadas en que todo el mundo quiere trabajar contigo al mismo tiempo, y otras en que parece que todos se esfumaron del planeta.

Y claro… cuando llega la bonanza, caes en la trampa.

Aceptas todo. Aunque estés trabajando 16 horas diarias. Aunque te duela la espalda. Aunque no tengas ni una hora para comer tranquilo.

Porque hay un pensamiento que te envenena:

“¿Y si después no hay más clientes?”

Así que tomas cualquier proyecto que se te cruce.

Aunque no te emocione.

Aunque pague poco.

Aunque el cliente sea más tóxico que un foro de Reddit en 2009.

Pero, ¿y si te dijera que hay una forma de llenar tu agenda y tener lista de espera… sin aceptar cualquier cosa?

De hecho, hay un pequeño ajuste en la forma de vender que lo cambia todo.

Y es tan contraintuitivo que muchos lo rechazan de inmediato.

Antes te cuento lo que me pasó.

En las últimas semanas he recibido varias aplicaciones de clientes que quieren que les escriba sus textos de venta.

Algunos me piden emails.

Otros páginas web, cartas de venta, embudos, funnels de lanzamiento.

De esas aplicaciones, unas las acepté con gusto.

Otras fueron negociaciones intensas, donde les pedí que me pagaran sin que les dijera aún qué íbamos a hacer.

Y aceptaron.

Y otras… las rechacé.

No porque no tuviera tiempo.

Ni porque no pudiera ayudarlos.

Sino porque no me interesaban lo suficiente.

Sé que eso puede sonar soberbio.

Pero aquí está la clave:

No transmitir necesidad.

Esa es la razón por la que puedo elegir mis proyectos.

La necesidad es un perfume que huele a kilómetros.

Y no es Chanel.

Es más como Axe de secundaria con sudor de lunes.

Cuando un proveedor transmite necesidad, el cliente lo percibe y pierde valor automáticamente.

Por eso yo, incluso con clientes que ya están dispuestos a pagar por adelantado, les digo:

“Mejor busca a otro”.

¿Y sabes qué pasa?

Se desesperan.

Insisten.

Piden que los considere, aunque sea dentro de dos semanas.

Y cuando por fin los acepto, lo hacen con una mezcla de alivio y emoción.

Eso no pasa por accidente.

Pasa porque en cada correo, en cada página de venta, en cada paso del proceso… nunca muestro necesidad.

¿Tengo metas económicas que cubrir?

Por supuesto.

¿Pago renta, comida y escuela como todo el mundo?

Obvio.

Pero jamás lo uso como argumento de venta.

Porque cuando lo haces, el cliente te percibe más como un vendedor en apuros que como un experto al que vale la pena esperar.

Y aquí viene la mejor parte:

Este enfoque no solo funciona si eres copywriter.

Funciona si eres diseñador, coach, abogado, terapeuta o cualquier profesional que venda su tiempo y conocimiento.

Y sí, también funciona si vendes por email.

De hecho, en email marketing esta estrategia es todavía más poderosa.

Porque cada correo es una oportunidad de posicionarte como el experto que no necesita rogar por atención.

El que vende sin suplicar.

El que atrae sin mendigar.

Así que si tú también quieres tener clientes dispuestos a esperarte y pagarte por adelantado…

Empieza por aprender cómo vender por email sin mostrar necesidad.

Y para eso está THE GAME.

Una secuencia de correos y páginas donde enseño las estrategias más rentables, adictivas y potentes para vender por email sin aparecer en redes, sin grabar videos y sin desgastarte.

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Te aviso que solo unos pocos entran.

Pero si lo logras, vas a aprender a llenar tu agenda por el simple placer de no parecer desesperado.

Don Gabo.