Cómo agitar el dolor de tu cliente para vender más (sin usar avioncitos)

En el mundo de las ventas, hay conceptos que suenan técnicos, rebuscados o demasiado serios. Como eso que llaman “agitar el dolor”. Si lo buscas en Google, te van a salir artículos con diagramas, frases en inglés, frameworks de cuatro pasos y otras cosas que dan flojera con solo verlas. Pero la verdad es que este concepto es mucho más sencillo (y más humano) de lo que parece.

 

Y para demostrártelo, voy a contarte algo que aprendí haciendo bullying.

 

Sí, leíste bien.

 

Bullying.

 

A mis sobrinos.

 

Porque seamos honestos: todos, absolutamente todos, en algún momento le hemos hecho bullying a un sobrino o a un primito. Aunque sea por jugar. Aunque sea por cariño. Y el que diga que no, o está mintiendo o tiene menos infancia que un algoritmo de inteligencia artificial.

 

Ahora bien, ¿qué tiene que ver eso con vender por email?

 

Más de lo que crees.

 

Déjame explicarte.

 

Verás, cuando un niño se enferma, normalmente le vale. Le duele la cabeza, la panza o la garganta, pero sigue jugando, brincando o viendo caricaturas. El problema aparece cuando llega el momento de tomarse la medicina. Ahí sí, se pone difícil. Se resiste. Llora. Grita. Hace drama. Y no hay poder humano que lo convenza.

 

Por eso las mamás se vuelven creativas.

 

Inventan el juego del avioncito.

 

Disfrazan la medicina con jugo.

 

La mezclan con yogurt o con gelatina.

 

Y todo eso para conseguir que el niño trague una cucharadita de Tempra.

 

Pero hay un método más rápido.

 

Más efectivo.

 

Y que aprendí un día que estaba solo con mis sobrinos.

 

El niño no se quería tomar la medicina.

 

Y ya llevaba media hora con el cuento.

 

Así que lo miré a los ojos y le dije, con voz seria:

 

—Tómate la medicina o te vas a morir.

 

Santo remedio.

 

No hizo falta repetirlo.

 

En menos de tres segundos ya se la había tomado.

 

Ahora, antes de que me juzgues por cruel, por ojete o por mal tío, escúchame.

 

Porque aquí hay una lección de ventas que puede hacerte ganar mucho dinero.

 

La razón por la que esa frase funcionó no es porque soy malvado (que no lo soy).

 

Funcionó porque conectó con un miedo real.

 

Un miedo instintivo.

 

Un miedo que el niño entendió, aunque fuera en su imaginación.

 

Ese es el mismo tipo de conexión emocional que necesitas generar en tu cliente cuando quiere comprar, pero no se decide.

 

Tu cliente tiene un problema.

 

Un dolor.

 

Y tú, en teoría, tienes la solución.

 

Pero ese problema, con el tiempo, se vuelve soportable.

 

Se vuelve parte del paisaje.

 

Se vuelve “normal”.

 

Y cuando algo se vuelve normal, deja de importar.

 

Por eso, muchos negocios fracasan aunque tengan buenos productos.

 

Porque no saben agitar el dolor.

 

No saben mostrarle al cliente lo que podría pasar si no hace nada.

 

No saben pintar el escenario real de las consecuencias.

 

Y mucho menos saben hacerlo de forma emocional, directa y creíble.

 

Aquí es donde entra el copywriting.

 

Y específicamente, el email.

 

Porque el email tiene una ventaja brutal sobre otros canales: la intimidad.

 

Es un espacio personal.

 

Privado.

 

Y cuando usas bien las palabras, puedes hablar directamente con las emociones de tu lector.

 

Puedes llevarlo a imaginar cómo sería su vida si no toma acción.

 

Puedes mostrarle cómo ese pequeño dolor que hoy tolera, mañana puede convertirse en una crisis.

 

Puedes empujarlo con inteligencia, con elegancia, con precisión… pero también con fuerza.

 

Eso es lo que hice con el niño.

 

Y eso es lo que debes hacer con tus clientes.

 

No desde el miedo vacío, sino desde la verdad emocional.

 

Porque no hay nada más persuasivo que decirle al cliente lo que nadie se atreve a decirle.

 

Y si eres capaz de hacerlo, vas a vender más.

 

Vas a cerrar más tratos.

 

Vas a dejar de perseguir gente que no te valora.

 

Y vas a dejar de mendigar con descuentos o promociones baratas.

 

Pero claro.

 

Esto requiere práctica.

 

Y requiere técnica.

 

Porque no se trata de asustar a lo loco, sino de mostrar consecuencias reales con lenguaje preciso.

 

Por eso existen profesionales como yo.

 

Copywriters que escribimos textos persuasivos para emails, anuncios, páginas de ventas o cualquier punto de contacto con tu cliente.

 

Textos que no solo suenan bien.

 

Textos que venden.

 

Y que lo hacen sin prometer milagros, pero dejando claro que si el cliente no actúa, su situación no va a mejorar.

 

Eso es lo que hago.

 

Y si te interesa, puedes ver cómo trabajo entrando aquí:

 

👉 www.dongabo.com

 

Ahí está THE GAME.

 

Un sistema que te enseña cómo escribir correos que conectan, convencen y convierten, sin sonar desesperado ni usar fórmulas ridículas.

 

Porque vender no es un juego de trucos.

 

Es un juego de verdad.

 

Y si aprendes a usarla, tus ventas también van a subir.

 

Don Gabo.

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