Cómo Me Rompieron el Corazón y Terminé Ganando Dinero Por Eso

Tenía dieciocho años y el corazón hecho trizas.

Era el típico drama adolescente: me enamoré como idiota de una chica en la preparatoria, creí que era el amor de mi vida, y un martes cualquiera me enteré que salía con uno de mis amigos. No hubo carta de despedida. No hubo explicación. Solo un “es que tú y yo somos muy distintos” que todavía me da risa cuando lo pienso.

Obvio, en ese momento no me reía. Me encerré en mi cuarto, puse canciones de Pepe Aguilar como si fueran himnos de guerra emocional, y juro que pensé que no iba a amar nunca más.

Pero algo curioso pasó.

Años después, mientras buscaba una forma de conectar con clientes a través de mis emails, esa historia se me vino a la mente.

La recordé con una mezcla de nostalgia y humor, y decidí contarla en uno de mis correos.

El resultado: fue uno de los emails más abiertos, más clicados y más respondidos que había mandado hasta ese momento.

¿Por qué?

Porque era honesto. Porque era real. Porque todos hemos tenido el corazón hecho pedazos alguna vez. Y cuando una historia toca esa fibra, aunque sea contada con sarcasmo o con una carcajada, conecta.

Desde entonces, entendí algo que me cambió la forma de vender:

Cada historia que alguna vez dolió, que alguna vez te hizo sentir estúpido, que alguna vez quisiste borrar… puede convertirse en oro si sabes cómo contarla.

Y lo mejor: puedes usar esa historia para vender sin sonar a vendedor.

No necesitas fórmulas de persuasión sacadas de un libro de psicología.

Solo necesitas saber cómo contar lo que ya viviste.

Por eso, desde que me rompieron el corazón en la prepa, gano dinero.

Porque aprendí a escribir correos que la gente quiere leer.

Correos que entretienen, que conectan, que venden.

Correos como este.

Y si tú quieres aprender a hacer lo mismo…

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Don Gabo