¿Vendes con tirantes llenos de caca? La regla sensishita que puede mejorar tus emails
Prepárate, porque este artículo no es para estómagos sensibles.
Pero si aguantas hasta el final, vas a encontrar una lección poderosa que puede transformar la forma en la que vendes por email.
Todo parte de un chiste —clásico, grotesco y memorable— del gran Polo Polo.
En esta historia, aparece un argentino elegante, de esos que bailan tango como si hubieran nacido con zapatos de charol puestos.
Pelo afro, camisa blanca, pantalones bien planchados, y unos tirantes que sujetaban con orgullo toda su presencia.
El tipo llega a un concurso de tango. Empieza a moverse por la pista con una seguridad impecable. Cada giro era una clase magistral de sensualidad y técnica. Todos lo observaban, algunos con admiración, otros con envidia. Estaba arrasando.
Pero de repente, el destino le juega una de esas bromas crueles: un retortijón en el estómago. De esos que no perdonan.
El argentino sale corriendo al baño. En su desesperación por sentarse lo más rápido posible, no nota que los tirantes han caído dentro del escusado. Pero no importa. Lo urgente es lo urgente.
Hace lo suyo.
Rasguña la pared, suda, gime de alivio. Y cuando por fin se termina el drama intestinal, se sube los pantalones… pero olvida sacar los tirantes del fondo del inodoro.
Y sin pensarlo dos veces, regresa a la pista.
Con el mismo flow. La misma pasión. El mismo fuego.
Solo que ahora, cada giro, cada paso, cada pose… venía con salpicada incluida. Literal. Como si hubiera llevado al baño el alma, pero olvidado el cuerpo.
Los otros concursantes comienzan a protestar.
Uno se le acerca y le dice:
— Che, nos estás cagando a todos.
Y el argentino responde, sin perder la compostura:
— ¡Y eso que estoy bailando sensishito!
Absurdo. Grotesco. Pero inolvidable.
Y aquí es donde entra la lección.
Porque cuando se trata de vender, especialmente por email, muchos hacen exactamente eso: regresan a la pista sin revisar los tirantes. Salen al mercado con textos sucios, llenos de errores, con fórmulas copiadas, clichés reciclados y promesas que no conectan con nadie. Se mueven con confianza, pero cada línea que escriben salpica al lector de mediocridad.
Y lo peor: creen que lo están haciendo bien. Que están bailando sensishito.
El problema no es escribir correos.
Es escribirlos mal.
Es hacerlo como si solo se tratara de poner una oferta, una llamada a la acción y un par de emojis. Eso no es vender. Es improvisar con tirantes mojados.
Vender por email no requiere fórmulas mágicas. No se trata de ser “el más original del mundo”. Se trata de conectar con el lector, contar una historia, construir un argumento y llevarlo, paso a paso, a querer lo que ofreces.
¿Requiere habilidad? Sí.
¿Requiere práctica? También.
¿Requiere ser un escritor perfecto? Para nada.
Solo requiere hacer las cosas sencillas.
O como diría nuestro amigo argentino: sensishitas.
Por eso, si tus correos no están funcionando, si sientes que tus textos están salpicando sin querer y nadie te lo dice, probablemente es momento de revisarlos.
O mejor aún, que alguien más los revise y los escriba por ti.
Y ahí es donde entro yo.
En THE GAME te muestro cómo escribir correos que venden, que conectan, que divierten y que no dejan huella de tirantes mal colocados.
Correos que mueven la aguja y generan ventas.
Sin plantillas.
Sin excusas.
Solo resultados.
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Don Gabo.
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