¿Por qué la gente mayor cuenta mejores historias (y qué tiene eso que ver con tus ventas por email)?
Hace unas semanas, estaba viendo un programa de música con Ale.
De esos que traen a leyendas vivas de la Salsa.
Maelo Ruiz.
Gilberto Santa Rosa.
Víctor Manuelle.
Y varios más que crecimos escuchando cuando nuestros papás ponían el radio a todo volumen mientras trapeaban.
Lo curioso es que el programa duraba más de una hora.
Y como es de esperarse, no todo era música.
Entre canción y canción, había entrevistas.
Charlas relajadas, casi como sobremesas televisadas, donde los artistas compartían anécdotas de sus carreras.
Y fue ahí donde noté algo.
Una idea que me quedó dando vueltas en la cabeza por varios días.
La mayoría de estos cantantes, ya entrados en años, tenían una manera de contar historias que atrapaba.
No era que hablaran fuerte.
No era que usaran palabras rebuscadas.
No era que dramatizaran.
Era algo más sutil.
Más profundo.
Una cadencia en la voz.
Un ritmo en la forma de hablar.
Un sentido del tiempo, del detalle, del momento exacto para hacer una pausa o soltar una carcajada.
Y mientras los escuchaba, me vino un recuerdo.
Mi papá.
Contando historias del pueblo.
De cuando era joven.
De cómo escapaban de la escuela.
De cómo conoció a mi mamá.
De los castigos que recibía con una risa que no sabía si era nostalgia o revancha.
Y entonces lo entendí.
Las personas mayores tienen una magia para contar historias.
Una que no se enseña, pero se siente.
Una que no se grita, pero se impone.
Y no es casualidad.
Es experiencia.
Es haber vivido más.
Es haber contado las mismas historias una y otra vez hasta pulirlas como se pule una piedra con el tiempo.
Es tener callos en la memoria.
Ahora bien.
Tú tal vez no tengas esa magia todavía.
Tal vez no tengas 60 años ni hayas pasado por guerras, exilios o amores imposibles.
Tal vez tus anécdotas no tengan aún la densidad emocional de una vida larga.
Pero eso no significa que no puedas aprender a contar historias.
Porque la narrativa no es un don.
Es una habilidad.
Y como cualquier habilidad, se puede desarrollar.
Con método.
Con estructura.
Y con intención.
Eso es justamente lo que enseño en mi nueva formación sobre cómo contar historias que venden.
Un programa donde no necesitas haber vivido una vida de película para emocionar a tu audiencia.
Solo necesitas saber cómo transformar tus experiencias, tus ideas o incluso tus días comunes, en relatos que conecten y convenzan.
Historias que abran la puerta de entrada al deseo de tu lector.
Historias que, sin gritar, logren que alguien confíe en ti, te escuche y finalmente, te compre.
Porque vender por email no se trata de ser el más ingenioso, el más técnico o el más agresivo.
Se trata de ser el más memorable.
Y nada se recuerda mejor que una buena historia.
Si te interesa aprender esta habilidad —aunque no tengas la edad de Maelo Ruiz ni el bigote de Gilberto— te dejo el siguiente paso:
Aprenderás a contar como los viejos.
Pero venderás como los grandes.
Don Gabo.
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