¿Isra Bravo: el maestro del correo o un vendehumo sofisticado?
Hace algunos años, cuando recién comenzaba a entender el negocio detrás de escribir bien, había un nombre que aparecía en casi todas las conversaciones.
No importaba si estabas en un foro de marketing, en un grupo de Facebook o leyendo los comentarios de una publicación sobre redacción persuasiva: tarde o temprano alguien mencionaba a Isra Bravo.
Y no era casualidad.
Isra se posicionó como una figura de autoridad en el mundo del copywriting en español sin necesidad de grandes campañas, sin un podcast viral, sin salir en todos lados.
Lo hizo escribiendo correos.
Correos que conectaban con el lector desde el primer renglón y que vendían con una facilidad tan natural que parecía que ni siquiera estaba tratando de hacerlo.
Cuando empecé en esto, fui uno de los tantos que se suscribieron a su lista y leyeron sus correos con hambre de aprender.
En ese momento, cada mensaje que enviaba se sentía como una clase práctica de copywriting aplicado.
No necesitaba teoría. Lo que él hacía era ejecutar. Y lo hacía bien.
Durante ese tiempo, fui absorbiendo su estilo sin darme cuenta.
Había algo en su tono, en su forma de contar las cosas, en la manera en que hilaba una historia aparentemente banal con una oferta al final, que se te quedaba grabado.
Y por eso, precisamente por admirarlo tanto, tomé una decisión que a muchos les parecería contradictoria: dejé de leerlo.
No lo hice porque pensara que había dejado de aportar valor.
Lo hice porque entendí que si seguía consumiendo sus correos todos los días, iba a terminar escribiendo como él, y no como yo.
Esa fue una de las mejores decisiones que tomé en mi carrera como copywriter: respetar tanto a un maestro que decidí soltarlo, para construir algo propio.
Hace unas semanas, por pura curiosidad, me volví a suscribir a su lista.
Quería ver en qué andaba, cómo había evolucionado su escritura, y sobre todo, si seguía teniendo ese filo narrativo que lo caracterizaba. La respuesta es sí, pero también no.
Sigue siendo un escritor brillante, pero ya no tiene que demostrarlo todos los días.
Y eso, en realidad, es un mérito enorme.
Isra Bravo logró algo que pocos copywriters consiguen: posicionarse tan bien, tan fuerte y durante tanto tiempo, que puede permitirse escribir con menos presión, sin la necesidad de probarle nada a nadie.
Su marca personal habla por él, incluso antes de que tú abras el correo.
Lo interesante es que muchas de las técnicas que usa hoy (y que usaba hace años) son herramientas básicas del copywriting clásico.
Cuentos breves, metáforas personales, humor cotidiano, frases simples, ritmo conversacional, llamados a la acción implícitos.
Nada de eso es nuevo, y él jamás ha dicho que lo sea.
Pero hay algo que sucede cuando alguien lo hace tan bien, durante tanto tiempo, y con tanto impacto: la gente empieza a endiosarlo.
Lo colocan en una vitrina como si cada frase que escribe fuera una revelación mística. Y aunque esa no es su culpa, sí ha contribuido a que muchos aspirantes a copywriter copien su estilo sin entender el fondo.
Isra nunca se ha presentado como inventor de nada.
Él simplemente ejecuta con maestría, y esa maestría genera fans.
Y en un mundo como este, donde la mayoría ni siquiera escribe correos porque les da miedo que no se abran, el tipo que manda un email cada día y vende con él, por supuesto que destaca.
Yo lo admiro. Mucho.
Tengo incluso una foto con él, de cuando vino a México a dar una charla. Y si me preguntan si deberían leerlo, la respuesta es sí.
Aprender de Isra Bravo sigue siendo una excelente decisión para cualquier persona que quiera vender por escrito.
Es un gran copywriter, y eso no está en discusión.
Pero también es cierto que hay cosas que él no hace.
Por ejemplo, no tiene una secuencia de bienvenida como la que yo llamo The Game. Esa secuencia no la inventé yo tampoco. La aprendí de un mentor australiano que me enseñó a diseñar flujos de correos con estructura narrativa y arquitectura comercial al mismo tiempo.
La diferencia está en que yo sí la implementé.
Y la pulí.
Y la adapté a mi estilo. Y hoy, no solo es el corazón de mi negocio, sino que varios clientes me la están pidiendo, porque entienden el poder que tiene una secuencia bien pensada desde el primer correo.
Una buena secuencia de bienvenida puede hacer el trabajo que tú no quieres hacer a mano: educar al lector, filtrar al curioso, convertir al interesado y preparar el terreno para que tus correos diarios no lleguen a un buzón frío.
Y eso es exactamente lo que hace The Game.
Durante los últimos días, esa secuencia generó tantos leads calificados para mi agencia de email marketing, que tuve que pausar la captación.
Literalmente la tuve que apagar, porque ya no tengo espacio para más clientes. Y eso me llevó a una nueva decisión.
Estoy abriendo un espacio de coaching uno a uno. Solo uno.
Para alguien que quiera aprender a crear su propia versión de The Game, desde el concepto hasta la ejecución, pasando por cada nivel del sistema.
Y además, cómo ofrecer esto como un servicio de alto valor, cobrando entre mil y cuatro mil dólares por proyecto, o entre 300 y mil dólares mensuales si decides venderlo como email diario.
Esta no es una invitación masiva.
No es un curso ni un lanzamiento. Es una oportunidad puntual para una persona comprometida. Y si eres tú, entonces solo tienes que levantar la mano.
Entra a www.dongabo.com, vive la experiencia de The Game desde dentro, y si te interesa el coaching, responde con tu WhatsApp.
Te explico los detalles, resolvemos dudas, y si cuadra para ambos, comenzamos.
Mientras tanto, sí, Isra Bravo sigue siendo una pistola.
Pero incluso las mejores pistolas necesitan recargarse.
Tú decides si quieres solo aprender a disparar… O también fabricar el arma.
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